La Ermita de Santa Elena en Plasencia, antes conocida como Ermita de La Cruz, fue ordenada a construir por Don Brìcio, el obispo de la ciudad, para los años 1189 a 1211. La construcción de este templo románico tenía el propósito de recordar y honrar al Cristo de Burgos, lugar de origen de muchos habitantes de la zona. Con el paso del tiempo ha sido reedificada en varias ocasiones.
La localización de la Ermita de Santa Elena se encuentra en el camino que va de la Puerta del Sol al conocido Puente Nuevo. En principio su advocación fue dedicada a la Cruz, razón por la que antes se le conocía con el nombre de Ermita de La Cruz, y por la que su titular lo constituyera un enorme crucifijo de dimensiones casi naturales.
Dicho crucifijo se trasladó a la Iglesia de Santiago debido a la mala condición de la ermita en cuestión, a punto de derrumbe, que ponía en peligro las imágenes que albergaba y a la falta de recursos para repararlas. Finalmente al restaurar esta ermita, los feligreses se opusieron a regresar el crucifijo a su lugar de origen, por lo que se buscó otra advocación para el templo. Desde entonces se le conoció como la Ermita de Santa Elena.